Para Santo Tomás de
Aquino, siguiendo las teorías aristotélicas, las cosas del mundo están
compuestas a partir de la materia y la forma. Es esta composición la que les
permite ser algo con características y funciones específicas. La forma es en
los cuerpos la actualización; es el acto, mientras que la materia es la
potencialidad por tener la posibilidad de que llegue a ser algo diferente a lo que es actualmente. Esto se entiende por
el cambio y el devenir al que están
sometidos todos los cuerpos finitos.
Bajo esta misma
perspectiva, el hombre igualmente está compuesto de materia y forma donde la
materia corresponde al cuerpo físico y la forma a el alma: “Es evidente que el hombre no es sólo alma, sino algo compuesto a
partir del alma y del cuerpo”[1]. Por lo mismo, el
alma es en el hombre el acto del cuerpo, su principio vital: “por lo tanto, el alma, primer principio
vital, no es el cuerpo, sino, el acto del cuerpo[2].
Pero la
composición de los objetos de la
naturaleza a partir de materia y forma; alma y cuerpo en el hombre, no es el
motivo del presente ensayo. La cuestión de fondo es el origen del hombre desde
la perspectiva creacionista y evolucionista, dos de las teorías que se avocan a
esta problemática.
Por un lado, la
creación hace referencia a la existencia de un creador divino (Dios), el cual
ejerciendo sus habilidades creadoras
dio origen al mundo que nos rodea junto con la diversidad y modos de vida de
los seres que lo habitan. Este ser divino hizo surgir de la nada todas la cosa
dándoles una organización y perfección acorde a su sabiduría e inteligencia.
Tal es la representación del acto creador en el texto bíblico del génesis.
Tomás de Aquino dirá que todo cuanto existe proviene de Dios quien ha dado el
ser y la perfección a los demás seres:
Es necesario afirmar
que todo lo que existe de algún modo existe por Dios. Porque si se encuentra
algo por participación en un ser, necesariamente ha de ser causado en él por
aquel a quien esto le corresponde esencialmente… Por lo tanto, es necesario que
todas las cosas, menos Dios, no sean su propio ser, sino que participen del
Ser, y por lo tanto, es necesario que todos los seres, que son más o menos perfectos
en razón de esta diversa participación, tengan por causa a un primer ser que es
del todo perfecto. (Santo Tomás de Aquino, Suma de teología I, I. Q.44 art. 1)
Por el otro lado, la
evolución cimenta su teoría en la “descendencia
naturalista (al azar, sin dirección) de todas las criaturas vivas provenientes
de un común ancestro quien originalmente evolucionó de materia orgánica”[3]. Se plantea un proceso de
transformación de las especies las cuales, por motivos diversos ya sean
reproductivos, alimenticios, medioambientales o de selección natural, van dando
origen a nuevas especies con características distintas:
Las plantas y los
animales superiores, comprendido el hombre no surgieron de golpe, al mismo
tiempo que la tierra, sino en épocas posteriores de nuestro planeta y a
consecuencia del desarrollo progresivo de seres vivos más simples. Estos, a su
vez, se originaron en otros organismos, aun más simples y que vivieron en
épocas anteriores y así sucesivamente hasta llegar a los seres vivos más
sencillos. (A. I. Oparin. El origen de la vida p. 22)
Darwin en el libro
sobre el Origen de las especias lo
expresa así:
Al considerar el
origen de las especies, es totalmente comprensible que un naturalista,
reflexionando sobre las afinidades mutuas de los seres orgánicos, sobre sus
relaciones embriológicas, su distribución geográfica, sucesión geológica y
otros hechos semejantes, llegue a la conclusión de que las especies no ha sido
creadas independientemente sino que han descendido, como variedades, de otras especies…
estoy completamente convencido de que las especies no son inmutables, sino de
que las que pertenecen a lo que se llama
el mismo género son descendientes directos de alguna otra especie… además estoy
convencido de que la selección natural ha sido el más importante, sino el único
medio de modificación. (C. Darwin, El origen de las especies pp. 55-57)
Cuanto se ha tratado
hasta aquí se refiere al origen de la
vida en general. Ahora nos centraremos en el origen del hombre específicamente,
según la teoría creacionista desde la reflexión de Santo Tomás de Aquino y la
teoría evolucionista de Charles Darwin.
Respecto a la primera,
Santo Tomás de Aquino nos dice que el hombre proviene de las manos de Dios, es
hechura de él por cuanto lo concibió primero en su razón para luego darle
existencia real, existencia biológica; compuesto, como ya se dijo líneas
arriba, de materia y forma: alma y cuerpo donde el alma corresponde a lo
espiritual y el cuerpo a lo material. Dios dio existencia al hombre, según el
relato bíblico, a partir del barro al cual le insufló aliento de vida. Por lo
tanto, no es producto de generación biológica alguna, sino del acto creador
divino: “Así, pues, porque nunca había
sido hecho un cuerpo humano por cuya virtud pudiera ser formado por generación
otro ser semejante, fue necesario que el primer cuerpo humano fuera hecho
directamente por Dios”[4].
Ello fue posible
debido a la omnipotencia del Creador manifestada al crear todo de la nada, es
decir, sin una materia preexistente. El hombre surge, según Tomás, por este
singular hecho: Dios es su causa primera, el principio de su existencia. En
este sentido, por ser creación directa de Dios es su imagen y semejanza: “hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza… Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. (Gen. 1, 26-27). Es imagen de Dios
en cuanto a lo racional. Es imagen de Dios en la función de la mente, pero no
en las demás partes de su organización corporal puesto que Dios no es materia.
Explicándonos mejor; toda la creación tiene su origen en Dios. En esta creación
hay, de alguna manera, una manifestación implícita de lo divino, es decir, que
se puede deducir su existencia a partir de lo creado al no ser posible verlo
directamente. La manifestación implícita se extrae por los vestigios que de él encontramos en la naturaleza en general: la
vida, el orden, la belleza, la perfección. Ello nos lleva a pensar que debe
haber algo más detrás de esa manifestación externa. Lo que aparece son los
vestigios que nos remiten a Dios. Lo mismo sucede en el hombre: el ser
viviente, el orden y la complejidad de su organismo son vestigios de una mente
creadora, pero lo más resaltante que lo diferencia de las demás criaturas es su
actividad racional. De ahí que la razón sea la imagen de Dios en el hombre[5]. La
semejanza tiene que ver con la imagen de Dios en cuanto al acto creador.
Vendría a ser aquella representación ideada primero en la mente divina y luego plasmada
en una creación semejante a aquella representación. En otras palabras, Dios en
un principio concibió al hombre en su mente; lo ideó o planeó, en palabras
actuales. Y de la misma manera como lo concibió en su mente lo puso en acto, le
dio existencia al modo concebido en su razón[6]. En consecuencia, el hombre
fue hecho por Dios a su imagen y semejanza.
Baste lo dicho
respecto a la teoría de la creación del hombre desde la perspectiva de Santo
Tomás. Ahora veremos la segunda teoría: origen del hombre en la teoría de la
evolución de Darwin.
Lo primero que se puede hacer es aclarar que dicho autor
realiza su estudio ya no desde el sentido filosófico, sino desde el biológico
pues él es un naturalista, un científico propiamente dicho, que basa sus conclusiones en verificaciones
de hechos reales. Desde ya vemos un distanciamiento de lo sobrenatural por no
ser, este campo, objeto de estudio científico pues no presenta hechos
verificables. En consecuencia, el estudio realizado por este autor acerca del
hombre será, lo repetimos, desde su composición biológica y el mundo natural en
el cual se desenvuelve.
Como ya se dijo que
las especies provenían de su misma evolución natural, que se han transformado a
lo largo del proceso histórico de la misma a consecuencia de diversos fenómenos
y, en especial, de la selección natural. Lo mismo aplicará Darwin para explicar
el origen del hombre quien necesariamente proviene de una forma inferior. Para
tal conclusión se vale de la observación de las variaciones dadas en el ser
humano referente a su conformación corporal que no varía en demasía con
respecto a los demás animales y las leyes que los rigen. “Sabido es de todos que el hombre está construido sobre el mismo tipo
general ó modo de los demás mamíferos. Todos los huesos de su esqueleto son
comparables á los huesos correspondientes de un mono, de un murciélago, ó de
una foca”[7].
El modo de adquirir o
padecer enfermedades es otra de las similitudes con los animales inferiores “El hombre puede adquirir de los animales
inferiores, ó comunicarles á su vez, enfermedades tales como la rabia, las
viruelas, etc. Hecho que prueba la gran similitud de sus tejidos”[8]. Así mismo está el
hecho de adquirir parásitos internos o externos comunes y, cómo se da el mismo
proceso de curación y cicatrización de las heridas. El embrión humano
igualmente es semejante al de otros
animales por la proporción y similitud de distintos miembros del cuerpo. “Con dificultad se puede distinguir el
embrión humano mismo, en un periodo precoz, del de otros individuos del reino
de los vertebrados”[9].
Estos y otros
elementos son para Darwin muestras de cómo el hombre y los demás animales
vertebrados han procedido de un modelo general común y que, afectados por los
diversos cambios y los modos de vida, se hayan efectuado las variaciones
manifestadas actualmente[10].
Sin embargo aún late la interrogante acerca de quién pudo haber sido ese modelo
primero y general. Por lo menos sobresale la idea de un origen común de las
especies con lo que se contradice a la postura creacionista tomista la cual
plantea la creación de cada especie por separado y de modo especial el hombre.
Pero ¿quién es en sí
el principio del hombre? ¿Quién le dio origen? En realidad Charles Darwin no
llega a dar una respuesta definitiva a esta pregunta. A lo más atina a afirmar que nuestros
antepasados habrían sido un tipo de simios: simio-
humanos que en un primer momento anduvieron apoyados en sus cuatro
extremidades, pero con el transcurso del tiempo y producto de diversas causas
naturales, entre ellas la selección natural, fueron asumiendo la postura
erguida y bípeda provocando nuevos modos de supervivencia.
Ampliamente diseminado
el hombre por la superficie de la tierra, en sus incesantes emigraciones ha
debido pasar por las más distintas condiciones… tendrían una gran
propensión a multiplicarse mucho más de
lo que permiten sus medios de subsistencia; estarían expuestos ocasionalmente a
una lucha por la existencia… sujetos a la inflexible ley de la selección
natural. (C. Darwin, el origen del hombre p. 115)
Es pues notorio que no
hay claridad con respecto al origen del hombre porque, si bien pudo haber sido
un tipo de chimpancé o gorila o lo que fuere, la interrogante sigue abierta ¿De
dónde provino este? Ya que no pudo hacer su aparición sin haber nada antes de
él ni nadie que le dé existencia; al menos hubo de haber determinada materia de
donde se inicie el proceso evolutivo. Queda claro entonces, o al menos eso
parece, que la teoría creacionista del origen del hombre, no es negada
radicalmente. Primero porque no hay certeza del origen del hombre mediante la evolución; por lo menos no se explica
el origen del primate. Segundo porque los planteamientos que presenta el
evolucionismo son propuestas, por ello teoría, en base a hechos observables es
cierto, pero no logran establecer a ciencia cierta dicho origen. Y tercero
porque el relato bíblico actualmente es considerado como un figura literaria
que no describe literalmente cómo surgió el universo que bien pudo ser por
evolucionismo, pero sin negar la acción directa de Dios. Actualmente ya se
habla de la creación evolutiva.
En conclusión la
teoría creacionista del origen del hombre desde la perspectiva tomista asume a
Dios como principio y causa de la existencia del hombre. El Creador por propia
iniciativa dio existencia al ser humano a su imagen y semejanza dotándolo de
razón con la cual pueda regirse y tener autoridad sobre el resto de las
criaturas inferiores. Esta razón corresponde a la función intelectiva del alma
del hombre quien está compuesto por materia y forma. Materia que es el cuerpo y
forma que es el alma, ambos configuran al hombre. Este hombre mantiene desde su
creación la misma especie pues para Tomás, siguiendo a Aristóteles, las
especies, las esencias no cambian y por
lo mismo no puede haber evolución de las especies, menos del hombre el ser más
perfecto de la creación.
La teoría creacionista
propone un antepasado del hombre a partir del cual ha evolucionado la especie
humana actual. El hombre en la actualidad es el resultado de constantes cambios
y mutaciones: en un principio caminaba apoyado en sus extremidades, pero el
afán de supervivencia y la selección natural provocó cambios en su fisonomía
haciendo que hiciera uso de sus miembros de un modo distinto a lo acostumbrado,
llegando a ser una especie bípeda que camina erguida con capacidades superiores
o los demás vertebrados tales como el uso de las manos para realizar sus
actividades, la capacidad intelectual, la facultad lingüística, etc. En este
sentido Darwin admite la mutación de las especies. Estas no se mantienen en su
estado original, sino que evolucionan dando origen a nuevas especies.
Interesante información, si desean saber mas sobre el origen del hombre, pueden verlo en el blog: kristosluz.blogspot.com
ResponderEliminarSaludos.