sábado, 25 de agosto de 2012

ORIGEN DEL HOMBRE: Teoría de la evolución (Darwin) y teoría de la creación (Tomás de Aquino).




Para Santo Tomás de Aquino, siguiendo las teorías aristotélicas, las cosas del mundo están compuestas a partir de la materia y la forma. Es esta composición la que les permite ser algo con características y funciones específicas. La forma es en los cuerpos la actualización; es el acto, mientras que la materia es la potencialidad por tener la posibilidad de que llegue a ser algo diferente  a lo que es actualmente. Esto se entiende por el cambio y el devenir  al que están sometidos todos los cuerpos finitos.

Bajo esta misma perspectiva, el hombre igualmente está compuesto de materia y forma donde la materia corresponde al cuerpo físico y la forma a el alma: “Es evidente que el hombre no es sólo alma, sino algo compuesto a partir del alma y del cuerpo”[1]. Por lo mismo, el alma es en el hombre el acto del cuerpo, su principio vital: “por lo tanto, el alma, primer principio vital, no es el cuerpo, sino, el acto del cuerpo[2].

Pero la composición  de los objetos de la naturaleza a partir de materia y forma; alma y cuerpo en el hombre, no es el motivo del presente ensayo. La cuestión de fondo es el origen del hombre desde la perspectiva creacionista y evolucionista, dos de las teorías que se avocan a esta problemática.

Por un lado, la creación hace referencia a la existencia de un creador divino (Dios), el cual ejerciendo sus habilidades creadoras dio origen al mundo que nos rodea junto con la diversidad y modos de vida de los seres que lo habitan. Este ser divino hizo surgir de la nada todas la cosa dándoles una organización y perfección acorde a su sabiduría e inteligencia. Tal es la representación del acto creador en el texto bíblico del génesis. Tomás de Aquino dirá que todo cuanto existe proviene de Dios quien ha dado el ser y la perfección a los demás seres:

Es necesario afirmar que todo lo que existe de algún modo existe por Dios. Porque si se encuentra algo por participación en un ser, necesariamente ha de ser causado en él por aquel a quien esto le corresponde esencialmente… Por lo tanto, es necesario que todas las cosas, menos Dios, no sean su propio ser, sino que participen del Ser, y por lo tanto, es necesario que todos los seres, que son más o menos perfectos en razón de esta diversa participación, tengan por causa a un primer ser que es del todo perfecto. (Santo Tomás de Aquino, Suma de teología I, I. Q.44 art. 1)

Por el otro lado, la evolución cimenta su teoría en la “descendencia naturalista (al azar, sin dirección) de todas las criaturas vivas provenientes de un común ancestro quien originalmente evolucionó  de materia orgánica[3]. Se plantea un proceso de transformación de las especies las cuales, por motivos diversos ya sean reproductivos, alimenticios, medioambientales o de selección natural, van dando origen a nuevas especies con características distintas:

Las plantas y los animales superiores, comprendido el hombre no surgieron de golpe, al mismo tiempo que la tierra, sino en épocas posteriores de nuestro planeta y a consecuencia del desarrollo progresivo de seres vivos más simples. Estos, a su vez, se originaron en otros organismos, aun más simples y que vivieron en épocas anteriores y así sucesivamente hasta llegar a los seres vivos más sencillos. (A. I. Oparin. El origen de la vida p. 22)

Darwin en el libro sobre el Origen de las especias  lo expresa así:

Al considerar el origen de las especies, es totalmente comprensible que un naturalista, reflexionando sobre las afinidades mutuas de los seres orgánicos, sobre sus relaciones embriológicas, su distribución geográfica, sucesión geológica y otros hechos semejantes, llegue a la conclusión de que las especies no ha sido creadas independientemente sino que han descendido, como variedades, de otras especies… estoy completamente convencido de que las especies no son inmutables, sino de que las que pertenecen  a lo que se llama el mismo género son descendientes directos de alguna otra especie… además estoy convencido de que la selección natural ha sido el más importante, sino el único medio de modificación. (C. Darwin, El origen de las especies pp. 55-57)

Cuanto se ha tratado hasta aquí se refiere al origen  de la vida en general. Ahora nos centraremos en el origen del hombre específicamente, según la teoría creacionista desde la reflexión de Santo Tomás de Aquino y la teoría evolucionista de Charles Darwin.

Respecto a la primera, Santo Tomás de Aquino nos dice que el hombre proviene de las manos de Dios, es hechura de él por cuanto lo concibió primero en su razón para luego darle existencia real, existencia biológica; compuesto, como ya se dijo líneas arriba, de materia y forma: alma y cuerpo donde el alma corresponde a lo espiritual y el cuerpo a lo material. Dios dio existencia al hombre, según el relato bíblico, a partir del barro al cual le insufló aliento de vida. Por lo tanto, no es producto de generación biológica alguna, sino del acto creador divino: “Así, pues, porque nunca había sido hecho un cuerpo humano por cuya virtud pudiera ser formado por generación otro ser semejante, fue necesario que el primer cuerpo humano fuera hecho directamente por Dios”[4].

Ello fue posible debido a la omnipotencia del Creador manifestada al crear todo de la nada, es decir, sin una materia preexistente. El hombre surge, según Tomás, por este singular hecho: Dios es su causa primera, el principio de su existencia. En este sentido, por ser creación directa de Dios es su imagen y semejanza: “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza… Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. (Gen. 1, 26-27). Es imagen de Dios en cuanto a lo racional. Es imagen de Dios en la función de la mente, pero no en las demás partes de su organización corporal puesto que Dios no es materia. Explicándonos mejor; toda la creación tiene su origen en Dios. En esta creación hay, de alguna manera, una manifestación implícita de lo divino, es decir, que se puede deducir su existencia a partir de lo creado al no ser posible verlo directamente. La manifestación implícita se extrae por los vestigios que de él encontramos en la naturaleza en general: la vida, el orden, la belleza, la perfección. Ello nos lleva a pensar que debe haber algo más detrás de esa manifestación externa. Lo que aparece son los vestigios que nos remiten a Dios. Lo mismo sucede en el hombre: el ser viviente, el orden y la complejidad de su organismo son vestigios de una mente creadora, pero lo más resaltante que lo diferencia de las demás criaturas es su actividad racional. De ahí que la razón sea la imagen de Dios en el hombre[5]. La semejanza tiene que ver con la imagen de Dios en cuanto al acto creador. Vendría a ser aquella representación ideada primero en la mente divina y luego plasmada en una creación semejante a aquella representación. En otras palabras, Dios en un principio concibió al hombre en su mente; lo ideó o planeó, en palabras actuales. Y de la misma manera como lo concibió en su mente lo puso en acto, le dio existencia al modo concebido en su razón[6]. En consecuencia, el hombre fue hecho por Dios a su imagen y semejanza.

Baste lo dicho respecto a la teoría de la creación del hombre desde la perspectiva de Santo Tomás. Ahora veremos la segunda teoría: origen del hombre en la teoría de la evolución de Darwin.

Lo primero que  se puede hacer es aclarar que dicho autor realiza su estudio ya no desde el sentido filosófico, sino desde el biológico pues él es un naturalista, un científico propiamente dicho,  que basa sus conclusiones en verificaciones de hechos reales. Desde ya vemos un distanciamiento de lo sobrenatural por no ser, este campo, objeto de estudio científico pues no presenta hechos verificables. En consecuencia, el estudio realizado por este autor acerca del hombre será, lo repetimos, desde su composición biológica y el mundo natural en el cual se desenvuelve.

Como ya se dijo que las especies provenían de su misma evolución natural, que se han transformado a lo largo del proceso histórico de la misma a consecuencia de diversos fenómenos y, en especial, de la selección natural. Lo mismo aplicará Darwin para explicar el origen del hombre quien necesariamente proviene de una forma inferior. Para tal conclusión se vale de la observación de las variaciones dadas en el ser humano referente a su conformación corporal que no varía en demasía con respecto a los demás animales y las leyes que los rigen. “Sabido es de todos que el hombre está construido sobre el mismo tipo general ó modo de los demás mamíferos. Todos los huesos de su esqueleto son comparables á los huesos correspondientes de un mono, de un murciélago, ó de una foca”[7].

 El modo de adquirir o padecer enfermedades es otra de las similitudes con los animales inferiores “El hombre puede adquirir de los animales inferiores, ó comunicarles á su vez, enfermedades tales como la rabia, las viruelas, etc. Hecho que prueba la gran similitud de sus tejidos”[8]. Así mismo está el hecho de adquirir parásitos internos o externos comunes y, cómo se da el mismo proceso de curación y cicatrización de las heridas. El embrión humano igualmente  es semejante al de otros animales por la proporción y similitud de distintos miembros del cuerpo. “Con dificultad se puede distinguir el embrión humano mismo, en un periodo precoz, del de otros individuos del reino de los vertebrados”[9].

Estos y otros elementos son para Darwin muestras de cómo el hombre y los demás animales vertebrados han procedido de un modelo general común y que, afectados por los diversos cambios y los modos de vida, se hayan efectuado las variaciones manifestadas actualmente[10]. Sin embargo aún late la interrogante acerca de quién pudo haber sido ese modelo primero y general. Por lo menos sobresale la idea de un origen común de las especies con lo que se contradice a la postura creacionista tomista la cual plantea la creación de cada especie por separado y de modo especial el hombre.

Pero ¿quién es en sí el principio del hombre? ¿Quién le dio origen? En realidad Charles Darwin no llega a dar una respuesta definitiva a esta pregunta.  A lo más atina a afirmar que nuestros antepasados habrían sido un tipo de simios: simio- humanos que en un primer momento anduvieron apoyados en sus cuatro extremidades, pero con el transcurso del tiempo y producto de diversas causas naturales, entre ellas la selección natural, fueron asumiendo la postura erguida y bípeda provocando nuevos modos de supervivencia.

Ampliamente diseminado el hombre por la superficie de la tierra, en sus incesantes emigraciones ha debido pasar por las más distintas condiciones… tendrían una gran propensión  a multiplicarse mucho más de lo que permiten sus medios de subsistencia; estarían expuestos ocasionalmente a una lucha por la existencia… sujetos a la inflexible ley de la selección natural. (C. Darwin, el origen del hombre p. 115)

Es pues notorio que no hay claridad con respecto al origen del hombre porque, si bien pudo haber sido un tipo de chimpancé o gorila o lo que fuere, la interrogante sigue abierta ¿De dónde provino este? Ya que no pudo hacer su aparición sin haber nada antes de él ni nadie que le dé existencia; al menos hubo de haber determinada materia de donde se inicie el proceso evolutivo. Queda claro entonces, o al menos eso parece, que la teoría creacionista del origen del hombre, no es negada radicalmente. Primero porque no hay certeza del origen del hombre mediante la evolución; por lo menos no se explica el origen del primate. Segundo porque los planteamientos que presenta el evolucionismo son propuestas, por ello teoría, en base a hechos observables es cierto, pero no logran establecer a ciencia cierta dicho origen. Y tercero porque el relato bíblico actualmente es considerado como un figura literaria que no describe literalmente cómo surgió el universo que bien pudo ser por evolucionismo, pero sin negar la acción directa de Dios. Actualmente ya se habla de la creación evolutiva.

En conclusión la teoría creacionista del origen del hombre desde la perspectiva tomista asume a Dios como principio y causa de la existencia del hombre. El Creador por propia iniciativa dio existencia al ser humano a su imagen y semejanza dotándolo de razón con la cual pueda regirse y tener autoridad sobre el resto de las criaturas inferiores. Esta razón corresponde a la función intelectiva del alma del hombre quien está compuesto por materia y forma. Materia que es el cuerpo y forma que es el alma, ambos configuran al hombre. Este hombre mantiene desde su creación la misma especie pues para Tomás, siguiendo a Aristóteles, las especies, las esencias  no cambian y por lo mismo no puede haber evolución de las especies, menos del hombre el ser más perfecto de la creación.

La teoría creacionista propone un antepasado del hombre a partir del cual ha evolucionado la especie humana actual. El hombre en la actualidad es el resultado de constantes cambios y mutaciones: en un principio caminaba apoyado en sus extremidades, pero el afán de supervivencia y la selección natural provocó cambios en su fisonomía haciendo que hiciera uso de sus miembros de un modo distinto a lo acostumbrado, llegando a ser una especie bípeda que camina erguida con capacidades superiores o los demás vertebrados tales como el uso de las manos para realizar sus actividades, la capacidad intelectual, la facultad lingüística, etc. En este sentido Darwin admite la mutación de las especies. Estas no se mantienen en su estado original, sino que evolucionan dando origen a nuevas especies.

 



([1] ) T. de Aquino, Suma de teología I Parte I, Q. 75, art. 4.
([2] ) Ibid, Q. 75. Art. 1.
([3] ) http://www.allaboutcreation.org/spanish/creacion-y-evolucion.htm
([4] ) Ibid, Q. 91, art. 2
([5]) Cf. Ibid, Q. 93, art. 6
([6] ) Cf. Ibid, Q. 94, art. 9
([7] ) C. Darwin, El origen del hombre, p. 14
([8] ) Ibid, p. 15
([9] ) Ibid, p. 17
([10] ) Cf. Ibid, p. 27

1 comentario:

  1. Interesante información, si desean saber mas sobre el origen del hombre, pueden verlo en el blog: kristosluz.blogspot.com
    Saludos.

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